Ecos de los setenta
POR ISABEL SARAVIA
Para quienes viven la realidad de los juicios de Lesa Humanidad, se han interiorizado y han investigado al respecto, la injusticia que encierran es atroz.
Nos encontramos con subordinados que son imputados por hechos que sólo sus superiores conocían, con testigos falsos cuyas calumnias quedan impunes, con causas armadas que evidencian un corte y pegue generalizado donde se acusa al Ejército y donde el imputado no es tomado en su individualidad, con prejuicios devenidos en juicios, y con situaciones donde el algo habrá hecho se convierte en fundamento suficiente para acusar a cualquier integrante de las Fuerzas que haya vivido los insubordinados años setenta.
Estos ejemplos son sólo algunos de una lista que refleja inconsistencia argumental, desconocimiento absoluto de cómo funciona el Ejército, omisión de los crímenes cometidos por los terroristas y por ende también de las víctimas de ese terrorismo, indemnizaciones a familiares de desaparecidos que jamás existieron, y olvido de quienes se comportaron como verdaderos héroes de la Patria, metiendo a todos en la misma bolsa.
Es llamativa la falta de veracidad de cualquiera que pretenda encarar este tema tan controvertido a partir de una visión parcializada de la historia. Una visión en la cual las víctimas sólo son de un lado, en que se desconocen los hechos ocurridos, no hay una ubicación en el contexto, no se diferencia a quienes actuaron con dignidad para defender a su Patria de quienes obraron con perversión. Se ha incurrido en una manipulación histórica para reivindicar derechos que no tienen problema en defenderse deviniendo en inhumanidades.
¿Cómo no sospechar que existe una utilización política, ideológica y financiera que ya muchos dieron en llamar “el curro de los derechos humanos”?
Estos juicios son los hijos de la Justicia legítima que, alzando la bandera de los Derechos Humanos, legitimó un andamiaje político-judicial capaz de atentar contra el principio de inocencia y de tornar prejuicios en juicios, algo inaudito en el Derecho e incompatible con el Estado de Derecho que supuestamente vivimos.
ODIO Y VENGANZA
¿Qué mejor sistema para lograr la injusticia que uno inserto dentro de la misma Justicia?
Un sector político derivó en ellos tras utilizar las heridas de la subversión y volverlas omnipresentes de un solo lado y a costa de cometer tremendas ilegalidades. Asimismo, algunas organizaciones de DD.HH. se alejaron de su misión para convertirse en el eco de un negocio que es fuente de odio y venganza.
¿Real interés por compensar el dolor?, ¿derechos humanos? No se puede meter a todos en la misma bolsa, pues hay gente que luchó honestamente y sin doble intención para realzarlos.
El 9/08/2019, informaba Telam: “Milani fue absuelto en el juicio de lesa humanidad que se le siguió en La Rioja”. No hay intención de ser tendenciosa ni nada menos. Simplemente el planteo es inevitable. ¿Por qué a él sí lo liberaron cuando el principio de inocencia no existe para todos los demás imputados? ¿Justicia para los suyos? Porque los que están en el tema saben que nadie es absuelto porque no hay posibilidad de una defensa real. Cuando la justicia funciona de un solo lado es porque ha perdido su sentido existencial y se ha subyugado a una política ideológica.
Por otro lado, es tristísimo escuchar a jefes de la guerrilla armada no hacer un mea culpa y jactarse, en cambio, de los crímenes cometidos. Al día de hoy nadie puede desconocer que la subversión implicaba la intención de imponer una política extranjera aliada al comunismo como así mismo que para llevarla a cabo se incurrió en un terrorismo cruento. ¿Acaso no hay nada de que arrepentirse? ¿No estamos frente a una apología del delito?
Tanta aberración erigida en Justicia duele en el alma. Duele a tantas familias cuyos padres y esposos son imputados sin que la «Justicia» pueda demostrar que son culpables. Es preciso que esta realidad se conozca y visibilice tras tantos años de abandono. ¿Acaso no reclamaría justicia cualquiera que habiendo vivido la subversión fuese encarcelado por algo que no cometió?
A esta injusticia oportunista, que vio el negocio en hacer de la grieta un pozo sin fin, es evidente que no le importan las futuras generaciones. Les inculcan odio, y el odio en los pueblos implica retornar a la barbarie.
Qué gran impedimento para actuar hallan los testigos de esta canallada, porque claro, se amparan en que lo dictaminó la justicia. El problema es que es una justicia que no posibilita defensa y está dictaminada de antemano.
La crisis institucional que sufrimos los argentinos es lamentable. Pero también es una oportunidad para que se levanten las voces que de verdad quieran el bien para nuestra Patria y que no alcen banderas para agrietarla sino para unirla en una misión que la vuelva tan libre como la hicieron sus Padres.